domingo, 21 de junio de 2009

12:28 de su en sima.

sonó el telefono y dijo que todo estaba bien,
que luego de tantos año, por fin, se había internado.
"La locura es la incapacidad de comunicarse.
Entre la locura y la normalidad, que en el fondo son los mismo,
existe un estado intermedio:
se llama 'ser diferente'"
[Paulo Cohelo-Verónica decide morir]

Vivir en esa casa había resultado complicado. Todos eran excesivamente felices para su gusto. Ella, -tan extraña desde afuera y tan normal para su diario y pasado ambiente- caminaba despacio, sin prisa, sin mirar y con la cabeza tan gacha como un ángulo de 90 grados o el reggaetón de la fiesta de los viernes en la esquina. No lo entendía: la ropa con suavitel, la comida fresca, rica y gratis, la abundancia de todo en todos los cajones, las sonrisas que no estaba acostumbrada a recibir. Tenía una cama cómoda y mantas a montones. Dormía en el cuarto del primer piso, y aunque nadie más dormía ahí, sentía que, si algo le pasaba, estaría acompañada para siempre y esa sensación le disgustaba. No estaba acostumbrada a esa cotidianidad tibia, donde todos se preocupaban por todos y por cada sonrisa mal llevada.

Se sentaba en la mesa a doblar servilletas como cualquiera que alguna vez llegó a ese lugar por primera vez. Todo parecía tan organizado que, irrumpir en los bloques tan bien coordinados sería el pecado más sucio: se sentía un rayón olvidado por la lustradora. Y, a pesar que todos le conversaban, parecía carente de boca: solo alcanzaron a conocerle el nombre. Nunca contestó a las preguntas que se le hizo, se despedía y saludaba con una sonrisa, ocultando su rostro pequeño, redondo, trigueño, aplastado y golpeado de alguna forma pero sin marcas.

Llegó un miércoles con el frío horrible de Junio, y a los 5 minutos, todos se dieron cuenta que se iría pronto. Caminaba aún peor que una sombra, totalmente dependiente del minúsculo objeto que podría encontrarse a su lado. No era muy alta ni gorda: era estándar para una sociedad entreverada como la nuestra. Venía de sierra y Lima le daba frío.

Al atardecer del tercer día, la persona de mayor edad subió a la azotea con el paso lento y preciso para no resbalar: no la encontraba por ninguna parte y ya era hora de ver la novela del 4. El cielo estaba despejado como nunca y el sol brillaba en medio del invierno y el aire medio negro de esa zona de la ciudad. Se sentía el suave calor del amor de las tardes y se respiraba menos húmedo que nunca. Y ahí, en la esquina de la azotea más oscura, al lado de la lavadora, debajo del tanque de agua, al costado de la terma y al frente del depósito de las cosas viejas, había un periódico tendido. Acurrucada en esa sombra abrazadora a salvo del sol que le recordaba a todo lo que había vivido esos días, se encontraba ella, mirando a la nada, abrazándose las rodillas que siempre le respondieron y en el sitio al que siempre perteneció, un suelo rojo con manchas, el lugar menos buscado del mundo. Nadie la había visto por horas. Había encontrado el término adecuado donde se resguardó del hiriente calor humano que la hacía sentir miserable.

Los ojos cansados y experimentados, reflejaban, no solo la edad de aquella persona que miraba anonadada tal espectáculo a la hora de la novela del 4, sino una depresión insólita. Era como apreciar la caída del mundo y saber que saldrás ileso mientras todo se extingue. Abrió los labios, soltó el aire que reposaba como baúl adentro de sus pulmones, y con el mismo olor, y le dijo al embrollo de pelos encogido: “vámonos de aquí, abajo parece Huancayo”. Nunca alguien había resbalado tan rápido escaleras abajo como esa chica, ni con tanta alegría en la cara, ni con tanta suavidad en la vida misma, que cuando cayó al suelo y no vio cerros, ni pasto, ni seco, sino paredes rosadas, una cocina con tubería de gas, y la calidez húmeda de siempre, se metió entre sus piernas para nunca más salir.

Un toro le había roto el cuerpo hace años, un pedazo de su pelo se había atorado en el cuerno del animal y recordaba su claustrofóbica estadía debajo de él, su miedo, su asquerosidad, su débil cuerpo rasgado y sin ruido. Era una bestia, ella una niña. Nadie la curó del susto, nadie se percató de su nueva posición del cuerpo, nadie se preguntó, siquiera, por qué no volvería a jugar a la cuerda. No comía, no dormía. Agarraba sus rodillas y ahí halló en su lugar favorito, donde nadie más podría entrar. Nunca entendió la razón de su viaje hacia ese nuevo lugar, solo quería volver a lo vuelto y nunca más regresar: la humedad le recordaba sus días debajo de todos y Lima era una piscina diaria.

Dejó esa nota doblada debajo de su temporal cama. Sabía escribir. Había terminado la secundaria, la única de todos los hermanos, y nadie sabía cómo. Encontraron el papel 5 años después, y recordaron aquel día mojado, cuando todos estaban en la casa y nadie supo que se fue: el Huancayo que nunca hubo, el clima seco que había traído, el papel periódico de la azotea de aquel día, su contracción, su rechazo, sus rodillas heridas, su huancayo seco, el toro negro de su en sima, su cara pequeña y golpeada, su nueva vida, el huancayo que la esperaba, su estúpida familia que nunca la quiso, huancayo que la guardaría de todo bajo su tierra, y el psicólogo que nunca nadie se atrevió a ponerle.

Me parece que soy de la 5ta que vio el mundial 78
me toco crecer viendo a mi alrededor
paranoia y dolor
La moneda cayó por el lado de la soledad
otra vez
La moneda cayó por el lado de la soledad.
[Andres Calamaro-Crímenes Perfectos]
a una ninia llamada vanesa.que nadie sabe dónde está.

miércoles, 10 de junio de 2009

11.23 fix u.

Era de día,
[when you try your best and you don't succed]

y quisá esa fue la parte más divertida del asunto.
[when you get what you want but not what you need]

Me sorprendí reflejandome en los dientes mas perfectos...
[when you feel so tired but you can't sleep]

miré el cansansio de nuestros rostros y de aquella noche mal llevada.
[stuck in reverse]

Tu no eras mi amor, solo nos disfrazamos para hacernos falsamente felices.
[and the tears come streaming down your face]

Me caiste en los brazos sin ropa, sin dni y con el vino de los lunes antes de trabajar.
[when you lose something you can't replace]

Violentamente me rasgaste y nos demoformamos de todas las maneras.
[when you love someone but it goes to waste]

La realidad o falsedad de ti me era indiferente, tu papel de manta polar la ensucié conmigo.
[Could it be worse?]

Quité del camino todas las buenas intenciones. me olvide de todo y quedó mi externalidad ofuscada.
[lights will guide you home]

te destrozé y no me reclamaste. sentí el calor odioso de mi importancia vacía y dormiste.
[and ignite your bones]

Me despertaste. Te recorde y a las marcas. El olor era diferente. La bondad determinada,
[and I will try...]

decidí repararnos, ponernos la ropa e invitarte a salir.
[To fix you.]



i.la.vida.le.dijo.a.dioz.q.mejor.bajaba.de.pezo.