lunes, 10 de agosto de 2009

11.21 pm canciones

era de tarde.
Me tiré, como cuando tenía 12, en la cama de mi mamá.
Ahora no decidí ser adolescente,
decidí no volver a sentir nada y luego me cruze el pecho.

Entonces decidí no meterme en la cama de nadie nunca más. Tenía un corazón demente, tan loco por nada seguro que todo el día tenía unas arcadas que me llevaban al baño cada dos horas y, si tenía suerte, cada dos horas y media. Había entendido que los errores que uno comete a veces -aunque si los recuerdas, y según la mente de cada uno también, nunca fueron tan malos salvo ciertos detalles que en verdad no tienen ningun sentido - tampoco se borraban nunca, que luego de 15 años, la cicatriz iba a seguir ahí, el punto flaco, el error de tu vida y que te la costó toda.

Y me encontraba de la misma manera, seguía igual que en el verano del 94 en un mundo literario que no me daba ni para comer.
-Te vas a morir de hambre - siempre me decía mi abuela en tono burlón y con un aire de lastima-yo solo te quiero sacar profesional y después me muero. Ya verás tu quién te cocina, porque como vas, recuerda que aquí a la vuelta, venden menú a 2.50.
No era muy alentador, pero básicamente providencial. Era cierto lo que una vez leí en un libro pasado de moda por esos años: el trabajo arduo te mantenía ocupado y no te hacía pensar en nada. Egocentrísmo. Así que me metí de lleno en un novelucha que había comenzado años atrás y que, luego que se me calentó la cabeza, la abadoné de por vida y nunca presenté a ninguna parte. eso me ayudó a pagar algunas deudas y ayudar a mi familia de infancia, con la que había regresado luego de una atropellada reconcialiación. Escribir me limpiaba la cabeza y me desahogaba hasta que podía respirar denuevo.

También escuche que enamorarse era la peor perrada que puedes hacer en tu vida, te la friega toda y, si no sabes curarlo y mandarte a mudar a otro planeta, guardas luto hasta quién sabe cuando. Todo te deja de importar, caminas por ensima del Sena y, como Ricardito, te matas solo, hasta que un vagabundo con un licor pasado te salva la vida y se rie de tu poca autoestima, que hasta él la tiene mas alta. Y sin embargo, yo me enamoré. Me enamoré sin ninguna promesa de por medio y con medio kilo de deudas en el banco.

Solía caminar todas las tardes con mi aburrida vida cargada en mi espalda y recordando todas las frases de mi abuela y de aquella media persona que se llevó la mitad de mi vida. Caminaba por la vereda, para algo se habían construido al fin y al cabo. Me aposté a mi, pecado, fue una mala idea y nadie me lo advirtió. Perdí definitivamente. No tuve más remedio que darme y olvidarme de todo lo que había sido, y soñé ser, alguna vez.
-Y ahora que te va a dar, ¿mal de amores?, ya estás con los años ensima - decía un amigo del colegio estatal con el que compartía todo y él unico que me acompañó en silencio todos esos años de tortura y felicidad - te vas a morir uno de estos días con esa cara de perro que llevas y nadie querra ir a tu entierro de lo horrible que te ves.
Le había aguantado todas sus cojudeces, y si alguna vez busqué amor, puedo decir que tuve, en estos largos 15 años, solo 4 amantes de una o dos noches, el tercero de un semana y media, luego, nada más. Comenzé a odiar el sexo, los besos, los abrazos, las caricias, era extraño, pero parecía que con el tiempo todo se iba disipando, no le encontraba la menor gracia ni el menor placer. Los movimientos de izquierda me absorvían - a mi y a mi literatura, en uno de esos cuartuchos del centro de Lima, con un chorro de revistas por todos lados y Fidel Castro en una de las paredes: infaltable - y prefería morirme en la plaza dos de mayo llorando por los gases lacrimógenos y con golpes de policías por todo el cuerpo, que en la cama y de amor por alguien. Me hacían recordar momentos inutiles, nada sanos para mí, estás mal, te vas a internar uno de estos días en un loquero, me decían.


Hasta que un día y sin la menor sospecha de lo que podría pasar, conocí a alguien que definitivamente, era como yo. Esa característica me hizo saber la vida infelizmente normal que me estaba compromentiendo a llevar desde que salimos por primera vez. Sin embargo, me arriesgué, sin la menor convicción pero intentando hacer algo por mi. y el día en que nos casamos en una municipalidad malamuerte de Lince, recordé aquel día cuando mi huachafa guitarra tocaba canciones antiguas de pedro suarez vertiz totalmente enamorada, mientras mi amor era desvestido completito con canciones en inglés.

'...Pero quiso una noche comprobar
para qué sirve un corazón
y prendió un cigarrillo y otro más
como toda esperanza se esfumó'
[S,C,F-más guapa que cualquiera]