lunes, 21 de septiembre de 2009

11.06 pm y la escribi.

Luego de recordar los malos ratos
los huecos de las pistas que ahora notaba,

y todas las sonrisas diarias  mal hechas,
la desición fue tomada. 
Luego,
la amnesia me invadió la vida para nunca más irse.


Leyó una historia inconclusa y la escribió.

Estaba todo en silencio, era la muestra perfecta de desazón e incomodidad. No fue el mejor momento, ni el lugar, ni la hora y, sin embargo, nunca hubiera sido posible luego; ni adelantarlo hubiese valido la pena.

Dos personas se entrelazaron en el cuarto perdido de alguna parte, donde todo era más pequeño que ellos, donde nada podría ser mejor, donde nada podría nunca salir ni entrar. Solo valían despedidas luego, o quién sabe que otras palabras.

Había un temblor innecesario que cortaba el aire, el temor de adentro, la manía de no saber cuando va a empezar todo, o quién, de qué modo y cómo recibir el vuelco de emociones que se venían. Era el aislamiento perfecto. Propuestas, amenazas, retos. Hicieron como si nada pasara, cuando sabían perfectamente, como lector de tarjetas de crédito, todo lo que se iba a vivir en su pequeña cárcel de nunca se va a acabar.

Dos individuos se juntaron en la punta derecha superior de una cama de madera desconocida y ruidosa, arrastrándose todas sus historias, todos sus momentos, todos sus cambios, sus malas noches, sus nuevas vidas, su gracia, su color de pelo, sus maletines de trabajo, sus lujos de adultos, sus desamores tardíos, sus tristezas. Y yo...

Vi una historia..inconclusa y la escribí..

Se recordaron que el amor se hacía despacio y con música. Se aprendía, se buscaba, se probaba. Al amor se le encontraba un ritmo, una medida, una espontaneidad. Intriga.
Al amor se le agregaba desesperarción para luego morir sin miedo, para vivir y luego cerrar los ojos.

Nadie supo nunca si eran los dos una excusa para depurar pequeñas enfermedades de adentro, y se convertían poco a poco en cosas usables, para comprobarse, para sentirse vivos denuevo, para sentirse importantes y hacer silencios egoístas. Para quererse y amarrarse hata perder la respiración y nunca más tener hambre.

Se besaron y se tardaron en aprenderse y gustarse. Yo escuché una historia y la escribí. Se tomaron su tiempo, se bloqueraon, se hablaron mientras se buscaban, se respiraron, se tocaron hasta no saber cómo hacerlo más del malestar frenético de no querer parar nunca. Las miradas se cruzaron, se interrogaron, se resistieron a seguir y continuaron. Luego todo se hizo un nudo, el nudo de un corto peruano, de esos que se quedan quietos por un rato y luego continúan con la misma fuerza y se vuelcan sin pensar, y sin tratar de hacerlo.

Sus brazos se convirtieron en libros con miles de páginas para pasar con cariño, uno nuevo e indiferente, un poco tosco y directo. Un poco humano. Real. Pero nunca habrá una magia tan perfecta ni la ternura de verse tan ellos en el mundo de tantos otros. Estaban en un pedazo de tiempo detenido, en el recorrido de sus vidas, en el momento que nadie buscó nunca. Se encontraron inversos y cansados, menos desconocidos, pegados en el mismo espacio y con la misma ropa que ya no estaba más. Se amaron toda esa noche y terminaron en la embriagués perfecta de desenfreno que ninguno se creyó del todo. Se amaron, porque nadie era para ellos como ellos mismos en la mitad de una cama desordenada de últimas veces.

Las calles estaban vacías, los relojes marcaban las madrugadas con los gallos, los cuerpos se hacían desnudos solos, y se pintaban como en el óleo maltratado de un pintor desconocido. Era el cuadro perfecto de una historia pequeña, de varios días y pocas noches,  la única noche de toda la vida.

Fue un juego y yo observé una historia...
y la escribí.

-ojalá pudiera quedarme contigo- terminó.


"si alguna vez me cruzas por la calle
regálame tu beso y no te aflijas
si ves que estoy pensando en otra cosa
no es nada malo, es que pasó una brisa
la brisa de la muerte enamorada
que ronda como un ángel asesino
mas no te asustes siempre se me pasa
es solo la intuición de mi destino"

[Fito Paez-Al lado del camino]

sábado, 5 de septiembre de 2009

10.41 pm la conferencia

Los conflictos los tendría siempre, la tensión,
el organigrama que nunca lo pude dibujar bien.
Y sin embargo, la luz del farol de la calle dejo de dar a mi ventana
el negro era extraño
mi mandibula calló para nunca más volver.
 
Luego de todo el tiempo, los años, y las caras largas que duraron hasta ya no poder más y nunca más voy a volver a estar así, pero cada vez que se presentaba la oportunidad volvían las ganas de reparar lo irreparable y seré el héroe siempre, cuando después juraba y rejuraba one time and another time que iría al instituto y esquivaría a su persona y nada me va a ganar, nada, seré yo, mi juventud y las nuevas personas y nadie más nunca nunca. Ahí seguía, en mi irrecuperable lucha por ver qué podría pasar luego. No habría nadie tan exhausto como yo en el resto del mundo y el resto que existe allá afuera donde nadie conoce nada.
Sin embargo, caminaba despacio, y poco a poco, dadas las múltiples ambigüedades, las cosas comenzaban a funcionarme mejor, pese a los malos ratos, que aún seguían, y las ganas de ¡Carajo! ¿ya es hora de que me compren el carro no? ¿hace cuánto que tengo el brevete? para largarme de cuando en vez y en todos lo momentos que se me dé la reverenda gana. Y, empezaban a cuajar por un sentimiento egoísta a lo Francés y a lo artista. Me creí las verdades que tantos que echaban en cara. Las puse en práctica. Asimilé mi edad. Tener 25 años no era el fin del mundo.
Siempre fui la inmadurez hecha humano y, a pesar de ello, luego de las continuas derrotas sentimentales de mi reducida vida, los años me cayeron como 80 en sima y hasta cuánto iba a durar, yo tenía una manera, unas formas, unas ganas de hacer las cosas, y ya no más, se acabó de golpe, se acabó mal, y nunca sentí cuándo se acabó hasta aquel día en mi clase de softwares al frente de la av.Colonial. Sentí un escalofríos recorriendo mi cuerpo mientras expulsaba una amargura que no me dejaba ni vivir, ni respirar, ni caminar en paz. Mi mente y mi cuerpo y esa manzana interna que hace un hueco grandote al pulmón izquierdo, se pusieron de acuerdo y decididos me dijeron que me dejara de estupideces que qué me había creído, que no era  la única en este pedazo de masa humana deforme. Y desde ese momento, aunque con altibajos, avanzaba tropezándome de vez en cuándo. Me agradaba mi decisión, mi convicción, mi egoísmo de superación, mi paseo por bares, alguno que otro amor comprado, nuevos experimentos, la calle otra vez mi casa, mis menús diarios, el trabajo   un poco pequeño, mi depa nuevo cerca a la playa, y mis cuentos. Me sentía mediocre, no podría negarlo. Programar y manejar bases de datos todo el día no era la labor más alentadora del mundo, pero mi empresa me pagaba bien. Una familia, pensaba, y luego me lo olvidaba por meses.
Me sentía con mucha suerte, a veces, por haber pasado lo que pasé, definitivamente no ha todos les sucede, un amor, un amor de verdad y yo sabía que era ese y que no debía dejarlo, pero el contexto, el contexto de mierda, siempre lo jodía todo. A veces, me sentía con la cabeza enterrada. El error de mi vida, la paz de mi vida. Luego me dije, aveces hay tanto que ver aún y eso me mantiene optimista. Y no había terminado de asimilar la idea cuando ocurrió, de imprevisto, de repente, como una ayuda que me vino e algún lugar y no sé quién me lo habrá dado pero gracias en verdad gracias a quién sea.
Era raro, hablábamos de informática en el Perú y la mejor forma de llevar proyectos a cabo -redes subterráneas-, y no había notado su presencia. El cuarto era bastante amplio, no habían mesas, solo sillas dispuestas en U, el número de asistentes era 102. No era lo que esperaba, pero podría ser algo parecido. Mientras daba mis argumentos sobre un punto de agenda de la politiquería donde andaba metida desde siempre, desde la universidad y ese maldito año que me mandaron de viaje a la sierra y sabía que nunca me iba a poder safar, me detuve a observar a las personas que me escuchaban y tenía los cabellos negros y la cara un poco clara y roja. Le sonreí, me sonrió. Era unos 2 años menor que yo, pero eso no importaba. Luego nadie escuchó más el discurso, el cuarto se hizo un espacio de miradas cruzadas e intervenciones absurdas. Por primera vez, luego de muchos años, sentí EL vacío en el estómago y un escalofríos diferente.
La conferencia-forum terminó, se levantó y se fue. Mi reacción fue impresionante, en tres segundos estaba afuera del auditorio restaurado del Amauta. Rayos, no recordaba la última vez que perseguí a alguien con tantas ganas, con tanto deseo, con tanto miedo, con tantas interrogantes. Y me metí en el mismo taxi. Mi vida estaba acelerada, no tenía palabras, ni gestos para regalar, todo se me había olvidado y justo ahora. Pero viajamos tranquilos, como si nos conociéramos desde hace mucho. Después de tiempo me volvi a imaginar al lado de alguien diferente, como vida, como pareja, como apoyo y satisfacción. Nunca más pensé en una familia. Respire profundo, como cuando uno se echa en el sofá más cómodo, y sonreí de lado. Esa sonrisa de nunca me lo creeré, pero si tendré con quién levantarme por las mañanas.
"...cuando te conci
te reconocí por tus botas
y mientras tomabas tequila
dejamos atrás
dos almas
rotas..."
[cuando te conocí-Calamaro]